Hay cartas que nunca serán leídas,
solicitudes a las que nunca se les prestará atención,
reclamaciones que nunca serán atendidas,
ruegos que nunca serán escuchados.
Todos nos lamentamos de ello.
Pero quienes escribimos, reclamamos,
solicitamos, pedimos o rogamos,
somos quienes tenemos, al menos, voz.
Hay, en cambio, personas mudas socialmente
que, aunque necesiten tanto o más,
nunca serán capaces de rellenar un cuestionario solicitando nada.
Hay personas que ni siquera pueden, o saben, pedir ayuda.
Me refiero a los enfermos del dolor mental.
¿Alguien puede devolverles la palabra a aquellos a los que no se les escucha ni cuando gritan?
¿Quiere alguien tomarse la molestia de buscar sentido a su razón?
¿Hay alguna persona que quiera leer esa última carta?
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